El punto de partida, un pequeño local completamente vacío y sin divisiones, aunque con dos pilares exentos que dividen virtualmente el espacio. El reto, su adaptación a un nuevo uso como oficina de administración de fincas.
La solución final pasa por varias propuestas (que aparecen en las imágenes en orden cronológico inverso, desde la última a la primera propuesta) pero en todas ellas se mantienen unas premisas fijadas desde el inicio del proyecto:
- la distribución del local parte de los puntos fijos: dos pilares en medio de un espacio diáfano y un cerramiento cuyas directrices van cambiando de un lado a otro
- la luz es un punto clave y se intenta optimizar su entrada en todos los espacios del local
- se pretende que el interior sea lo más neutro posible, jugando con un único color elegido acorde a la identidad corporativa de la oficina (rojo)
- se dota al local de la máxima flexibilidad en sus espacios interiores, evitando tabiques innecesarios, aunque zonificando el espacio según el programa establecido
- se dinamiza la fachada jugando con la horizontalidad, pero se intenta minimizar el impacto y complejidad estructural de la nueva composición de huecos, respetando las limitaciones estructurales impuestas al tratarse de un cerramiento que es además muro estructural de hormigón en masa, lo que exige que los nuevos huecos se adapten en lo posible a las preexistencias